Tiempo
solo buscaba tiempo. Entre columpios y oficinas estaba escondido, solamente
había que saber donde tocar. Nómada en su sangre y sedentario en su imagen.
Sencillo en la complejidad de sus segundos. Lo encontró. O al menos eso
pensaba. Y dejo de correr entre sus pensamientos, dejo la mente muerta a manos
de sus compases. Compases en orden, orden en pensamientos, pensamientos
desconocidos, desconocidos fueron pensando que sabían todo el uno del otro.
Ella le sedujo, adultos jugando a ser niños, en columpios de susurros y toboganes
de secretos, directos al fango. Fango de palabras con odio y rencor, con
sentimientos sin sentido, por desconocimiento de lo vivido. Buscaba tiempo, y
lo perdió por vender sus segundos demasiado pronto.
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